martes, 18 de enero de 2011

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ARTÍCULO ESPECIAL PARA SEGUIDORES Y DETRACTORES DEL MURALISMO



Este artículo, que he encontrado en internet y cuyo autor lamentablemente no estaba nombrado, hace una interpretación del arte actual en general, tildándolo de evasivo.
Elegí publicarlo en este blog porque lo considero importante, ya que expresa de alguna manera el pensamiento de compromiso social del muralismo.
Si bien generaliza y nombra otras disciplinas artísticas, bien puede ser aplicado al arte en espacio público.
Para los que adhieren al muralismo y para los detractores, les dejo un artículo que invita al debate y la reflexión.

Para los alumnos del taller "INDISPENSABLE".

¿ES EL ARTE EN LA ACTUALIDAD UNA FORMA DE EVASIÓN?

Tal vez el arte debería tener una relación de utilidad ante el mundo (esto si es que es tan importante la palabra). El hombre es un ser que, aunque tiene una condición natural, no está determinado por ella, es sólo “condición”. En esta circunstancia, el hombre crea, crea su mundo, un mundo artificial pero no separado de la naturaleza. Este mundo crece y se desarrolla sobre la naturaleza, pero no es necesariamente natural en el sentido que son elegidas las maneras de crear y ver ese mundo. La naturaleza no determina al hombre el cual puede ir hasta contra ella, contra sus instintos más básicos, contra su entorno, contra su vida. Es por el aprendizaje que el hombre encuentra la manera de vivir mejor, no por instinto o determinación natural. Sus necesidades no se reducen a las básicas (alimento, cobijo, etc.), la satisfacción de éstas permite que se desarrolle lo propiamente humano: la cultura, la filosofía, la ciencia, el arte, etc. Es decir, el hombre es un animal pero no tiene animalidad determinante; tiene un grado de libertad que impide que sea determinado antes que nazca (lo que sí ocurre con los demás animales) en base a una naturaleza humana concreta y delimitada. En el hombre ésta es su “condición”, esto lo vuelve creador de su mundo, un mundo humano, depende de él para ser lo que es y aquí radica el punto central de este estudio: si el mundo (como sistema) es producto del hombre esto lo vuelve responsable del mundo que ha creado, del mundo en el que vive actualmente, y esto incluye a los nuevos seres humanos que aún no nacen. Desde que tienen capacidad para elegir, sus elecciones definen al mundo y también esto define al hombre mismo. El hombre es lo que es en el mundo y el mundo es lo que el hombre hace de él.

En esta visión de las cosas, las acciones del hombre no pueden provenir ni apuntar a otro lugar que al mundo en concreto y si hay un mundo abstracto será en base al mundo concreto. El hombre es responsable ya sea por su acción o por su inacción (aunque nos mantuviéramos mudos y quietos como una piedra, nuestra pasividad sería una acción).



Se podría decir tal vez que la insatisfacción hacia la naturaleza impulsa al hombre a crear artificialidad. El hombre crea al mundo (el mundo humano, cultural) y lo transforma continuamente, es responsable de sus cambios, para bien o para mal. Ante las diversas condiciones sociales y económicas a través de la historia y sus consecuencias, el hombre sigue creando, y al crear transforma y trasciende al mismo mundo.
En este contexto, el arte tiene el papel de transformar al mundo pero más bien a través del hombre. El artista llega a la humanidad por su obra, la obra de arte, ésta busca trascender en los demás y conllevar a la acción sobre el mundo nuevamente, ya que de él, el artista formó la obra. La trascendencia no tiene que ver con metafísica, sino con inestabilizar la actitud del espectador de la obra, impidiendo que sea el mismo de antes y confirmándose esta trascendencia en su acción en el mundo concreto. En este caso la obra es realmente trascendente, ya que es útil, (útil al Estado) y es útil porque es entendida tanto en emoción como en razón, confirmando la complementación de ambas cualidades (el ser racional no significa ser insensible y viceversa). La obra recuerda al hombre su responsabilidad haciéndole ver que es parte del mundo y que el mundo es obra de él, implica su compromiso con la realidad. Además, ¿cómo se podría apreciar lo que no se conoce ni se entiende?




Frecuentemente se suele hablar usar la palabra arte en muchas formas. En este sentido, dicho fenómeno ha llegado a convertirse en una especie de respuesta múltiple para determinados casos, pero todos (o casi) con el mismo fin: la justificación automática ante cualquier intento de cuestionamiento de la actividad desempeñada. Para esto son usuales los campos de la poesía en primer lugar, la literatura en su forma más "sublime", la pintura, la música, etc. La actividad elegida para la justificación automática varía de acuerdo al grado de accesibilidad de cada una de estas actividades “artísticas”; en este sentido, la poesía sale ganando con amplio margen sobre las demás, puesto que los requisitos materiales para poder aparentar que se está metido en el asunto son mínimos, a diferencia de la pintura y la música, donde el instrumento o las pinturas representan un fuerte obstáculo. Esto funciona así ya que el fin no es la obra ni el campo expresivo donde se desarrolla la actividad humana, sino el interés social en (repetimos) la justificación automática, a la cual se puede aspirar en cualquiera de las actividades mencionadas. Lo que determina que, por ejemplo, en la poesía abunde esta intencionalidad son las condiciones materiales y el grado de abstracción e irracionalidad que forman parte de la fama de esta actividad, siendo más fácil huir al cuestionamiento racional en la poesía que en la literatura novelesca o en prosa, y más fácil que en la pintura por su accesibilidad material (solamente referido a esta clase de intención).
Como dijimos, el medio es lo de menos. Si otras fueran las condiciones, otras serían las actividades elegidas para el fin descrito líneas arriba. Todo esto, creemos, es síntoma de otra cosa: el evadir la responsabilidad que uno tiene sobre el mundo encierra toda una visión de él.




El desligar lo bello de lo bueno y hablar del arte por sí mismo, separadamente del mundo -el mundo real- el eliminar cualquier regla afirmando que todo es lúdico (lo cual es contradictorio ya que lo lúdico tiene reglas), todo esto responde, creemos, a la aspiración de no comprometerse con lo que sucede a nuestro alrededor; una aspiración que lejos de relacionarse con bases metafísicas y hasta espirituales, encierra realmente la admiración a una vida de quietismo y desapego a los demás en lo concerniente al trabajar y colaborar a crear un mundo mejor y, al mismo tiempo, una gran sed de admiración social, sublimada por la atmósfera de lo “artístico”, lo cual, actualmente y en esta sociedad, es lo carente de sentido y orden, campo en el que “todo vale”, desapego y evasión de la realidad y refugio perfecto para los que, impulsados por lo que Sartre llamaría “mala fe”, prefieren ser calificados como escritores, poetas, músicos, etc. a ser llamados por apelativos que fácticamente tendrían, dada la situación, el mismo significado, sólo que no están sublimados, como por ejemplo: parásitos

No se queda, como lo hacen los “artistas” de nuestra sociedad, en la pura contemplación, el puro éxtasis, el puro adorno. El arte, como es visto actualmente, el arte por sí mismo, permite la evasión del hombre en relación al mundo porque le plantea otro, un mundo donde todo es posible, totalmente “libre”, “indeterminado”, inaccesible a la razón y por lo tanto cualquier cosa es válida, todo puede ser arte, todo puede ser sublime y bello, todo es subjetivo, y en este mundo "tan bello", lo mejor es que no se tiene que hacer nada. Ya no hay compromiso social ni actitudes políticas ni nada parecido, se puede ser apolítico, y, para colmo, se reciben halagos por esto, ya que se es un "artista". Esta conceptualización del arte apoya un quietismo y una serie de actitudes que colaboran con los sistemas totalitarios. Colaboran con el intento de negar el cuestionamiento racional del papel del hombre en su circunstancia.




Se podría objetar que este concepto de la libertad de elección podría hasta justificar la evasión , ya que si uno es libre puede optar por el autoengaño y la irresponsabilidad. La libertad representa, en este sentido , no como valor, la imposibilidad de escapar a la responsabilidad sobre el mundo y sus sucesos. A partir del proyecto que yo me fijo adquieren sentido los sucesos que ocurren, incluso los desagradables. Si el hombre está sólo y él es el único que elige entonces es responsable de su mundo. Está condenado a elegir constantemente. Más bien el pensar: "soy libre y hago lo que me da la gana" es precisamente la evasión de sus condición, la cual implica necesariamente acción y responsabilidad ya que estamos solos.
Un ejemplo de todo esto es lo que frecuentemente ocurre en la Poesía. La relativización del significado de la palabra arte y el postulado sutil de no estar relacionado con algo exterior, que es en sí mismo y sin reglas, inalcanzable a la razón, genera situaciones (esto es una hipótesis) que alcanzan grados muy altos de incomunicación y caos.

Existe en la poesía gran variedad de formas de usar el lenguaje. Hay formas tan confusas y ambiguas que no llegan a comprenderse, y si el autor ha querido decir algo, alguna idea, ésta se pierde en lo confuso de su planteamiento, quedando todo a la libre interpretación del lector u oyente. Si algunos poetas piensan que esto debe ser así entonces su presencia es prescindible por completo. Se podrían escribir cosas al azar y posiblemente habría el mismo efecto. Sí, tal vez. Pero hay otra alternativa: que la gente en verdad no esté entendiendo ni sintiendo nada. Se ha llegado al punto de creer, tal vez subconscientemente, que todo lo que en las actividades artísticas es complicado, confuso, inentendible, ilógico, es sinónimo de “profundo”, “sublime”, en otras palabras, “artístico”.





Ante el miedo de parecer ignorante o no sensible la gente dice cosas como: “sí, me gusta, no lo puedo explicar pero me gusta, lo siento” (esto sobretodo en los mismos poetas). Nos aventuraremos a hacer esta conjetura: autores y observadores fingiendo uno ante el otro, sin entender ni sentir nada unos sobre otros, colaborando con una inmensa farsa producto de la ausencia de criterio de demarcación entre los conceptos, entre teorías de verdad y falsedad, pisoteando la no contradicción. ¿No sería esto gracioso? Creemos que no, pero es posible que sea verdad.
En realidad, el fin de esta pequeña reflexión no es el arte en sí ni su definición, ni establecer un criterio universal para decir que es arte y qué no. El tema es la responsabilidad, la evasión y la condición humana de libertad y soledad en sus elecciones y las maneras que tienen lo hombre para autoengañarse y evadir su responsabilidad, y el arte es una de esas formas como también lo son: la religión, las ideologías, etc.

Tal vez el verdadero problema está en lo que afirmó Rudolph Carnap en su artículo “La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje”. Lo más probable es que en algún momento cada palabra poseyó un significado. En el curso de la evaluación histórica una palabra frecuentemente cambia su significado o también puede perder su significado sin llegar a adquirir uno nuevo. Así, según Carnap, surge un pseudoconcepto. Tal vez a lo largo de la historia la palabra arte ha perdido significado, pero lo que se mantiene es la sublimación que acompaña a la palabra. en este sentido funciona como justificación automática o como artimaña para poner fin al debate racional.
Para terminar, vamos a suponer que estamos equivocados y toda nuestra argumentación ha sido insuficiente (probablemente lo sea) y en verdad el arte es en sí mismo, desligado de la acción y transformación sobre el mundo, sin reglas, irracional e inaccesible a la razón, no representa a la realidad, no hay responsabilidad, etc.




Vamos a suponer que estas son las características del arte, o si se quiere, que no tenga características, que sea indefinible, ya desde siempre en forma esencial, o como paradigma actual, al cual el hacer una crítica como esta significaría un acto anacrónico. Si ésta es la realidad de lo que hablamos, si esto es arte, entonces es válido desde nuestra perspectiva estar en contra del arte. No importa la palabra, se tiene que ir más allá de su sublimación social y en base a sus efectos ser valorada o rechazada. La responsabilidad del hombre sobre su mundo es la misma en todas las épocas, por eso es su mundo, un mundo humano. Si el concepto de arte, en contraposición, varía para en este caso apoyar al quietismo y a la irresponsabilidad, si eso es arte, si eso es ser artista, entonces el arte debe ser rechazado.